26/10/12

OPIÁCEOS ALIMENTARIOS



Qué nos hace zombis y adictos?

Nadie duda que “somos lo que comemos”. Por tanto, aquello que cotidianamente ingerimos tiene una gran influencia sobre nuestro estado físico y mental. Mire a su alrededor. ¿No ve usted demasiados zombis? ¿Por qué tantas personas actúan como tales? Según el Diccionario de la Real Academia, el significado de zombi es: atontado, que se comporta como un autómata. Es fácil observar como se ha incrementado el estado de apatía social en las últimas décadas. Junto a la obesidad, ha crecido ese letargo colectivo que impide establecer prioridades, privilegiando cosas banales respecto a grandes temas, como la buena salud. ¿Por qué tanta gente no puede corregir nocivos hábitos alimentarios? Es sorprendente saber que insospechados alimentos cotidianos son responsables de esta tendencia, y también de la adicción por dichos alimentos. El objetivo de este informe es comprender qué nos generan estos alimentos y porqué nos cuesta dejarlos.

Todos saben que al consumir morfina, uno se vuelve lento, apático y adicto. Esto sucede porque la morfina es una sustancia opioide. ¿Por qué somos sensibles a dichas sustancias? Porque nuestro organismo (sobre todo el encéfalo) posee receptores para estos péptidos opioides. ¿Por qué? Porque nosotros los producimos en caso de necesidad. Cuando debemos escapar de algún peligro y nos encontramos heridos, necesitamos condiciones especiales para sobreponernos. En tales situaciones, el organismo produce péptidos opioides para disminuir el dolor; las conocidas endorfinas.

Los corredores de maratones conocen los efectos de las endorfinas, moléculas que les permiten continuar aún cuando se hallan exhaustos. Las endorfinas generan efectos placenteros, incrementan la resistencia física, provocan euforia, tienen poder analgésico… y también resultan adictivas. Para poder cumplir su función, las endorfinas requieren la presencia de receptores apropiados, en los cuales encajan como llave en una cerradura. Dado que las endorfinas y los péptidos opiáceos son muy similares, ambos encajan en nuestros receptores encefálicos.

Por cierto que el ser humano no está diseñado para embriagarse con morfina ni con endorfinas. La secreción de endorfinas se realiza en el organismo en determinadas condiciones especiales. Y la morfina no es un nutriente. Sin embargo, los receptores del encéfalo son susceptibles a otras sustancias opiáceas:aquellas presentes en los alimentos. En los años 70, científicos del Instituto Max Planck de Munich (Alemania) le llamaron exorfinas. Surge entonces una pregunta natural: ¿por qué hay péptidos opiáceos en nuestros alimentos? Las razones también son naturales.

LOS OPIÁCEOS ALIMENTARIOS

Las exorfinas cumplen un papel esencial en la cría de los mamíferos y están presentes en todas las especies. Terneros y bebés reciben sus primeras exorfinas con las mamadas iniciales. Esto genera en el neonato una dependencia hacia la madre y un estímulo a consumir alimento. Además lo tranquiliza y lo duerme, cosa sencillamente comprobable en la reacción de los lactantes luego de mamar. Estos péptidos opiáceos, además de asegurar la ingesta de nutrientes por parte del neonato y garantizar su descanso, cumplen otra función clave.

Dado que el bebé esta recibiendo un alimento altamente especializado y específico, la naturaleza crea mecanismos para que se aproveche al máximo este nutriente perfecto. Por ello, los péptidos opiáceos de la leche incrementan la permeabilidad intestinal, o sea “abren” la malla filtrante que es la mucosa de los intestinos. Si bien la mucosa esta diseñada para evitar el paso de alimentos no digeridos o sustancias tóxicas, en el neonato no existe tal riesgo, al ser la leche materna un alimento perfecto y totalmente digerible. Por ello, la mucosa se hace más permeable, a fin de no desperdiciar una sola gota de este nutriente vital, asegurando la absorción de los factores de crecimiento presentes en la leche materna. Este mecanismo se convertirá en uno de los más grandes problemas del adulto que continúe ingiriendo péptidos opiáceos, como veremos luego.

La leche contiene diferentes péptidos opioides, enmascarados en proteínas (caseína, lactoalbúmina, beta-lactoglobulina y lactoferrina). Los péptidos opioides de la leche son: beta-casomorfinas, alfa-caseína exorfinas, casoxinas, beta-casorfinas, alfa-lactorfinas, beta-lactorfinas y lactoferroxinas. Para prevenir la degradación de los péptidos y asegurar su función, los mismos son relativamente indigeribles y está previsto que lleguen inalterados al flujo sanguíneo.

¿Pero solamente la leche de los mamíferos posee péptidos opiáceos? No, también algunos vegetales sintetizan estas moléculas, a fin de defenderse de sus enemigos. Es el caso del trigo, cereal dotado de péptidos que adormecen a sus predadores. Una sola molécula proteica de gluten hallada en el trigo, contiene 15 unidades de un particular péptido opioide. El gluten del trigo contiene un número de péptidos opioides extremadamente potentes. Algunas de estas moléculas son incluso 100 veces más poderosas que la morfina. Los péptidos opioides del gluten hallados en el trigo son: glicina-tirosina-tirosina-prolina, tirosina-glicina-glicina-triptofano, tirosina-prolina-isoleucina-serina-leucina y tirosina-glicina-glicina-triptofano-leucina (el más potente de todos).

Los sacerdotes del antiguo Egipto utilizaban al trigo para alucinar, y lo empleaban en los vendajes, para disminuir el dolorprovocado por las heridas. Los emperadores romanos sabían que el pueblo no se rebelaría mientras tuviera pan y entretenimiento.Todos los productos derivados del trigo contienen péptidos opioides: pan, pasta, pizza, galletas, tortas, empanadas, tartas, etc. Al padecer un dolor dental, se puede masticar pan durante 10 minutos a fin de aliviar el dolor, con lo cual se comprueba su potencia anestésica.

EL PROBLEMA DE LOS OPIÁCEOS

Hemos visto que los péptidos opioides son absolutamente naturales, tanto en plantas, animales o humanos. Sin embargo, son un problema al sacarlos de contexto y consumirlos en abundancia, cosa que hacemos en nuestra moderna alimentación. Justamente por susefectos adictivos, estos alimentos pasaron de ser “alimentos de supervivencia” en ciertas etnias, a ser “alimentos omnipresentes” en la masificada dieta industrializada. Además de sabores, texturas y practicidad, lo adictivo explica la supremacía de panes, galletas, pizzas, lácteos y pastas, sobre otros alimentos más nobles y más antiguos.

Más allá de los problemas directos que genera el abultado consumo de lácteos y trigo (refinación, procesamiento industrial, combinación con grasas, azúcares y aditivos nada saludables), el principal inconveniente de los péptidos opiáceos se visualiza en la función intestinal. Por un lado, la capacidad adormecedora de estas sustancias, “anestesia” vellosidades y paredes intestinales, generando estreñimiento y constipación. Es sencillo constatar la masificación de este padecimiento y las graves consecuencias que genera, como desencadenante del “ensuciamiento” corporal. Por otra parte, el incremento de la permeabilidad intestinal es algo que potencia y “garantiza” el problema. Los alimentos no digeridos y las sustancias tóxicas, se frenan por efecto del estreñimiento, mientras que la mayor permeabilidad facilita su rápido ingreso al flujo sanguíneo.

Además de generar apatía, adormecimiento y lentitud, los alimentos que contienen opiáceos son difíciles de abandonar. Personas que deben seguir dietas estrictas sin lácteos ni trigo, sufren al inicio los mismos síntomas del síndrome de abstinencia que protagoniza un adicto a las drogas: temblor en las manos, irritabilidad, sensación de vacío, etc. No es casualidad que muchos alimentos, incluso cárnicos y saborizantes, tengan entre sus componentes proteínas de leche y trigo, lo cual garantiza fidelidad al consumo.

Investigadores de la Universidad de Michigan (Usa) determinaron recientemente que las mujeres son más vulnerables a estas adicciones, en parte porque son más sensibles al dolor, en parte porque sufren más en situaciones de estrés debido a efectos hormonales. No olvidemos que los receptores opiáceos del encéfalo son responsables de que nos encontremos subjetivamente bien o mal, y de allí la inconsciente dependencia hacia las fuentes alimentarias. Las mujeres necesitan dosis más altas de analgésicos opioides para liberarse de un dolor y por ello tienen más dificultades para abandonar dicha dependencia.

Por último, para tratar de compensar el efecto de enlentecimiento mental que generan los opiáceos alimentarios, las personas se vuelcan al consumo de estimulantes (cafeína, mateína, teína, azúcar, taurina y cosas peores). Lejos de resolver el problema, este acoplamiento determina hábitos poco saludables, que sin embargo tienen profunda raigambre y son socialmente bien aceptados.

Más allá del fenómeno adictivo y los hábitos culturales, ni trigo ni lácteos resultan alimentos que aporten nutrientes esenciales. Cuando se habla de nutrientes esenciales, nos referimos a sustancias o compuestos que no puedan ser satisfechos con otros alimentos propios de nuestra fisiología frugívora (semillas, frutas, verduras, algas, etc).

Extraído de los libros “Nutrición Depurativa” y "Lácteos y Trigo"




15/10/12

SAL REFINADA DE MESA, NO GRACIAS

La sal que hoy compramos en el supermercado tiene muy poco que ver con la sal tradicional que se consumía antiguamente. Por eso la “sal de mesa” de hoy es considerada la causa de muchas enfermedades y se le denomina, junto al azúcar refinado, los “venenos blancos”. Lo que conocemos hoy por “sal de mesa” es cloruro sódico al que casi siempre se añade yodo y flúor, y por tanto no es un alimento saludable, sino más bien algo perjudicial para el organismo humano.

La sal cristalina natural no está integrada por los tres o cuatro elementos de la sal de mesa sino por los 84 que componen nuestro cuerpo y en la proporción exacta. La sal cristalina natural, tanto la que procede del mar como de las montañas, contiene los 84 elementos que compone el cuerpo humano en su proporción exacta. Poca gente sabe que la composición de la sangre humana es prácticamente idéntica al agua salina del “mar primario”, es decir, una solución con la misma concentración de elementos que tenía el mar hace millones de años.

MANIPULACION Y ADULTERACIÓN INDUSTRIAL DE LA SAL
La industria decidió un día convertir la sal cristalina natural en simple cloruro sódico, porque los científicos de la época afirmaron que los demás elementos que contenía (minerales esenciales y otros oligoelementos) eran innecesarios y bastaba el cloruro sódico para salar los alimentos. Desde entonces cualquier parecido entre la sal que ahora consumimos y la sal natural es inexistente. De un alimento que era “oro puro” porque proporcionaba al ser humano todos los elementos necesarios para su subsistencia en la proporción exacta que el organismo necesita se pasó a consumir un producto que es “veneno puro”, como bien saben los investigadores y médicos.

A la toxicidad del cloruro sódico hay que añadir la del yodo y el flúor, minerales que hoy se agregan artificialmente a la sal. El yodo (tóxico cuando se sobrepasa el mínimo necesario) se añade porque se supone que mejora la función de la tiroides; y el flúor (uno de los elementos más radioactivos que existen) porque afirman que este veneno evita la caries. Un sarcasmo.

Además a la sal de mesa se le añaden conservantes cuya declaración en los envases no es obligatoria: carbonato de calcio, carbonato de magnesio y los denominados E-535, E-536, E-540, E-550, E-551, E-552, E-553b, E-570, E-572, así como hidróxido de aluminio, como antiapelmazante. Hay que decir que el aluminio es un metal tóxico que cuando se consume en exceso se deposita en el sistema nervioso y en el cerebro, y muchos investigadores independientes vienen denunciando que podría estar detrás del cada vez más alto nivel de enfermos de Alzheimer. A pesar de esto, el aluminio se sigue utilizando en la mayor parte de los envases metálicos en los que se comercializan toda clase de bebidas como refrescos y cervezas.

Incuestionablemente, el cloruro sódico, componente básico de la sal refinada de mesa que masivamente se consume (téngase en cuenta que la gran mayoría de los productos preparados llevan sal como conservante), es una sustancia tóxica que sobrecarga el organismo, por lo que éste intenta eliminarlo lo antes posible.
Al ser humano le bastan 0,2 gramos al día para tener cubiertas sus necesidades de sal y en Occidente el consumo medio diario por persona está entre 12 y 20 gramos. Como nuestro cuerpo sólo tiene capacidad para eliminar entre 5 y 7 gramos diarios de cloruro sódico, los órganos de eliminación suelen estar constantemente sobrecargados.

Nuestro organismo intenta protegerse de esa sobrecarga hidratándose. Para ello el cuerpo necesita 23 gramos de “agua” por cada gramo de cloruro sódico que no es capaz de expulsar… pero de “agua celular”. Es decir, el cuerpo se ve obligado a sacrificar el agua de las células a fin de evitar el efecto negativo del cloruro sódico. Y eso hace que mueran millones de células deshidratadas con lo que, además, se forma tejido muerto que también hay que eliminar. Por eso el consumo excesivo de “sal de mesa” provoca la formación de edemas y tejido acuoso con exceso de ácido; por lo que el exceso de sal de mesa es causa de la celulitis.

Pero hay más: cuando el consumo es excesivo llega un momento en el que el cuerpo ya no puede dedicar a esa labor de desintoxicación más agua celular y utiliza otra vía para resolver el problema: la cristalización del cloruro sódico en huesos y articulaciones, dando lugar a la formación de piedras renales y de vesícula así como a la artritis, artrosis y enfermedades reumáticas.

La sal natural es absolutamente imprescindible para la vida. Lo perjudicial es la sal de mesa refinada que nos hacen consumir. Una sal que sólo contiene cloro y sodio además de yodo y flúor. Minerales que no están en la proporción natural que deberían hallarse y que han sido alterados en el proceso de manipulación industrial.
Paradójicamente, la mayoría de la gente tiene carencia de auténtica sal, incluso las que están sobrecargadas de cloruro sódico. De esa sal que contiene los 84 elementos que componen nuestro organismo en una proporción concreta y cuyas frecuencias no han sido alteradas porque pertenecen a la estructura geométrica natural de la sal sin manipular.

La sal se puede obtener del mar o de las minas de sal terrestres. Pero hoy los mares tienen un alto nivel de contaminación, con acumulación de metales pesados como el mercurio, plomo, cadmio y arsénico, entre otros. Tóxicos que hacen que la sal marina, aún siendo mucho mejor que la sal refinada de mesa, no tenga ya el mismo efecto positivo que tenía.

La única sal pura y completa de la Tierra se encuentra hoy únicamente en los lugares donde hace millones de años se secaron los mares primarios: las minas terrestres.

Esta sal contiene todos los elementos que se encuentran en nuestro cuerpo y, que debidamente mezclada con agua, nos ofrece toda su energía almacenada junto con su contenido en biofotones. En ellas hay dos tipos de sal: la que compone el 95% de la mina y que es “sal gema” y otra que se encuentra en forma de vetas y que tiene forma cristalina: la “sal de cristal de roca”. Ambas son naturales, contienen los 84 elementos ya mencionados y, por tanto, son de mucho mayor valor que la sal de mesa industrial. Ahora bien, los elementos contenidos en la sal gema no se encuentran en estado coloidal y su aprovechamiento es mucho menor que el de la sal de cristal que sí ha estado expuesta a enormes presiones durante millones de años. Obviamente, cuanto más elevada haya sido la presión más completa será la estructura cristalina generada. Por tanto, el cristal de roca tiene una geometría y una composición orgánica perfecta pero la sal gema no.

La sal de cristal se encuentra en forma de vetas o filones cristalinos de color blanco transparente, rosado o rojizo en las minas, rodeadas de sal gema. Vetas que suelen suponer el 1% de toda la mina y se deben extraer manualmente para no alterar su estructura, por lo que su explotación ha sido hasta hoy muy limitada al ser poco rentable. Afortunadamente, ya se ha empezado a comercializarse sal de cristal procedente de minas del Himalaya. Una buena noticia porque, según los expertos, su consumo regular puede aliviar o curar numerosas enfermedades.

Basta tomar en ayunas cada mañana una pequeña cucharada de café de la solución salina (máximo dos) mezclada con agua mineral. Teniendo en cuenta que lo importante no es tanto la cantidad como la periodicidad de la ingesta. Desde el punto de vista bioquímico, estimula en pocos minutos la actividad gastrointestinal, el metabolismo y la digestión. Además, reestablece el equilibrio electrolítico mejorando la conductividad en nuestro cuerpo con la consiguiente mejora de la circulación.

Además, como la solución salina es un medio excelente para conseguir el equilibrio entre lo ácido y lo alcalino se puede con su ingesta eliminar metales pesados como el mercurio, el plomo, el arsénico, la amalgama y los depósitos calcáreos ya que la sal cristalina es capaz de romper uniones moleculares. En suma, la ingesta diaria de sal de cristal implica someter al organismo a una verdadera cura de desintoxicación al librarle de los depósitos calcáreos, de metales pesados y de otros residuos.

Y su preparación es sencilla: basta echar un poco de agua mineral en el frasco en el que se comercializa la sal en forma de rocas de cristal y en poco tiempo el agua se convertirá en una solución salina con la proporción exacta de los 84 elementos mencionados. Déjela allí ya que una vez saturada de sal los cristales no se seguirán disolviendo.

Quienes han investigado las propiedades de desintoxicación de la sal de cristal advierten que en la etapa inicial pueden empeorar los síntomas que se tienen e, incluso, aparecer otros nuevos. Es decir, se siente a menudo un empeoramiento. Es normal. En el caso de enfermedades reumáticas como la gota, la artritis y la artrosis, es decir, en enfermedades donde ya se han formado cristales, debe tomarse la solución salina durante varios meses. Hace falta tiempo para que el organismo disuelva los depósitos y los elimine. Y lo mismo ocurre con las piedras renales y de la vesícula biliar. En todo caso, para evitar que la expulsión de las piedras provoque los clásicos cólicos -tan dolorosos- conviene consumir simultáneamente agua dialítica.
También puede aparecer diarrea por su efecto laxante pero aunque sea desagradable es señal de que está teniendo lugar la purificación del intestino.

Cabe decir que la sal de cristal es eficaz en muchas afecciones cutáneas y es también útil para la higiene de la boca ya que evita la formación de sarro y caries.

La Sal Rosada del Himalaya , es la sal de cristal de roca, un producto 100% orgánico y natural, que recibe ese nombre por su coloración; La formación orogénica del Himalaya se produjo bajo la mayor presión conocida sobre depósitos de sal formándose yacimientos con una cantidad inusual de sal cristalizada, siendo una de las sales más ricas y especiales en cuanto a energía se refiere que se conocen hasta el momento. También se encuentra en Bolivia siendo esta ultima conocida como Sal Andina.
La sal rosada aporta la energía fotónica del sol, almacenada por años en los cristales de sal. Aporta 81 minerales biológicamente activos y fácilmente asimilables por las células. Mejora el balance electrolítico en los fluidos internos, sobre todo en la sangre. Optimiza la asimilación de los nutrientes presentes en nuestro alimento cotidiano. Purga el tejido conjuntivo y estimula el drenaje de materias tóxicas, generando adelgazamiento. Mejora el estado de ánimo y brinda mayor plenitud energética. Estimula el sistema de defensa de nuestro organismo. Evita la putrefacción intestinal. Normaliza los valores de presión arterial. Disuelve y elimina los sedimentos que conducen a la formación de arenillas y cálculos. Disminuye las molestias generadas por padecimientos artríticos y reumáticos. Reduce el deseo por sustancias adictivas. Alivia las enfermedades de la piel, provocando limpieza genuina, desde adentro hacia fuera. Favorece la eliminación de metales pesados (plomo, mercurio, arsénico, amalgamas dentales, etc.), debido a la capacidad de vitalizar sus estructuras moleculares para que el organismo pueda deshacerse de ellas.





12/10/12

REJUVELAC O AGUA ENZIMÁTICA




El Rejuvelac es una bebida probiótica fermentada a partir de semillas germinadas.
Contiene un nivel muy alto de enzimas, muy beneficiosas y bacterias benignas que son necesarias para tener un colón saludable.
Se utiliza sólo, mezclado con jugos vegetales, o zumos de frutas, también en sopas, para elaborar queso vegano...

En un frasco de vidrio de boca ancha se pone cerca de 1/4 de semillas de trigo blando, lentejas, cebada, alforfón, o quinoa...
Se cubre la boca del frasco con una malla, gasa, asegurándola con una cinta elástica, y se añade suficiente agua
Se deja en remojo de 6 a 10 horas, dependiendo de la semilla.
Pasado el tiempo necesario de remojo se escurren, se enjuagan, y se vuelven a escurripor lo menos un par de veces al día, dependiendo de la temperatura, hasta que empiecen a germinar (suele tardar unos dos días).
Alrededor de los dos o tres días de germinación y después de enjuagadas, se llena el frasco con agua, tres veces la cantidad de semillas germinadas.

- Dejar en remojo 48 horas a temperatura ambiente.
- Después de 48 horas, este líquido ya es el primer Rejuvelac.
- Verter este líquido en otro recipiente (vidrio) y guardarlo en el frigorífico.
- Llenar de nuevo el frasco con más agua y dejarlo fermentar de nuevo por 24 horas.
- Verter este segundo Rejuvelac en otro frasco y guardarlo en el frigorífico un máximo de 3 - 4 días.
Una vez realizado esto las semillas ya se pueden tirar o bien dejarlas para el consumo de los pájaros.




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